A veces, en cuestión de segundos, tu vida cambia para siempre. A veces, ni siquiera puedes hacer nada para evitarlo, a veces no lo ves venir. A veces, ni siquiera en casa estás seguro.
A veces parece que la vida se ceba con algunas personas, que todo lo malo les pasa a ellas, a veces parece que cuando alguien empieza a levantar cabeza, la vida le tiene preparada otra mala jugada. ¿Por qué?
A veces, la compasión a la que somos tan dados, nos lleva a decir "qué injusto..."; otras veces, ni siquiera eso tienen.
Hoy salía a las 3 de la oficina, contenta, empiezo vacaciones. Veo una llamada de mi ama en el móvil. "Qué raro, no es su hora". Saltan las alarmas. Llamo, no contesta. Insisto. Nada. Llamo a mi hermano. Contesta Laura y me cuenta. Cojo el coche, me tiemblan las manos. Paro. En shock.
Llamo a Martín y le cuento lo que ha pasado. "Hay que aprovechar cada minutos: el tiempo, la vida, se nos escurre entre los dedos".
Pasa el rato, me siento a escribir y saco eso que tenía dentro. Y lloro, se me caen las lágrimas por quién no consigue levantar cabeza y pese a eso, mañana se volverá a levantar. Y pienso que sí, que a veces, a menudo, la vida es injusta.
Y suena el móvil, un whatsapp de Manel, que me envía una foto preciosa donde sale él con Ona. Y sonrío y le contesto "estáis para comeros".
Hay que devorar la vida.
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